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viernes, 25 de enero de 2013

Lectura e interpretación nueva de El Quijote: (tercera entrega)


….En este tiempo solicitó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien (si es que este título se puede da al que es pobre), de muy poca sal en la mollera....Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza (que así se llamaba el labrador) dejó su mujer e hijos, y asentó por escudero de su vecino....
….todo lo cual hecho y cumplido, sin despedirse Panza de sus hijos y mujer, ni don Quijote de su ama y sobrina, una noche se salieron del lugar sin que persona los viese....
En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
  • La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas....
  • ¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.
  • Aquellos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
  • Mire vuestra merced respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y los que en ellos parecen brazos son las aspas...
Primera vez en que se contrastan los nombres dados a las cosas desde tres o cuatro puntos de vista. Para el narrador son treinta o cuarenta molinos; para don Quijote son treinta o pocos más desaforados gigantes; para Sancho Panza son molinos de viento, o podríamos decir, todavía son molinos de viento; para el lector, que de momento se va ateniendo a lo que el narrador dice y nombra, son evidentes molinos de viento. Estos contrastes irán cambiando y modificándose a lo largo de la narración.



De ahí la importancia bajo esta consideración que adquieren los episodios de El Yelmo de Mambrino y el de la Cueva de Montesinos. El primero porque supone la máxima disposición actuando simultánea y conjuntamente de los antedichos puntos de vista o de contraste, al extremo de que Sancho llega a acuñar la expresión “baciyelmo”.
El de la cueva de Montesinos, porque ni siquiera el narrador acompaña a don Quijote l fin de servir de punto objetivo para el lector de contrastada referencia entre la realidad vista y la imaginada. Y de ahí también que haya que atenerse por primera y única vez en exclusiva a lo que don Quijote nos cuenta. Bien es verdad que Sancho, como punto de vista del lector, ya está también sobre aviso, y del relato que le hace don Quijote de sus visiones, hace hincapié en la expresión tomada como a vuela pluma de “paciencia y barajar”, para dejar así constancia de la fantástica invención en su conjunto de don Quijote.



….Estando en estas razones, asomaron por el camino dos frailes de la orden de San Benito....
….apenas los divisó don Quijote, cuando dijo a su escudero:
  • O yo me engaño, o ésta ha de ser la más famosa aventura que se haya visto....porque aquellos bultos negros que allí parecen deben de ser, y son, sin duda, algunos encantadores que llevan hurtada alguna princesa....
  • Peor será esto que los molinos de viento - dijo Sancho-. Mire, señor, que aquellos son frailes de San Benito....mire que digo que mire bien lo que hace, no sea el diablo que le engañe.
….Detuvieron los frailes las riendas, y quedaron admirados así de la figura de don Quijote como de sus razones, a las cuales respondieron:
  • Señor caballero, nosotros no somos endiablados ni descomunales, sino dos religiosos de San Benito que vamos nuestro camino....
  • Para conmigo no hay palabras blandas, que ya os conozco, fementida canalla -dijo don Quijote....
….Todo esto que don Quijote decía escuchaba un escudero de los que el coche acompañaban, que era vizcaíno, el cual, viendo que....se fue para don Quijote y, asiéndole de la lanza, le dijo, en mala lengua castellana y peor vizcaína, desta manera:
  • Anda, caballero que mal andes; ¡por el Dios que crióme, que, si no dejas coche, así te matas como estás ahí vizcaíno!
Entendióle muy bien don Quijote, y con mucho sosiego le respondió:
  • Si fueras caballero, como no lo eres, ya yo hubiera castigado tu sandez y atrevimiento, cautiva criatura.
A lo cual replicó el vizcaíno:
  • ¿Yo no caballero? Juro a Dios tan mientes como cristiano. Si lanza arrojas y espada sacas, el agua cuán presto verás que al gato llevas. Vizcaíno por tierra, hidalgo por mar, y mientes que mira si otra dices cosa.
  • Ahora lo veredes, dijo Agrajes -respondió don Quijote-....
….Pero está el daño de todo esto que en este punto y término deja pendiente el autor desta historia esta batalla....Bien es verdad que el segundo autor desta obra no quiso creer que tan curiosa historia estuviese entregada a las leyes del olvido, ni que hubiesen sido tan poco curiosos los ingenios de la Mancha, que no tuviesen en sus archivos algunos papeles que deste famoso caballero tratasen...
Por otra parte, me parecía que pues, entre sus libros se habían hallado tan modernos como...., que también su historia debía ser moderna, y que ya que no estuviese escrita, estaría en la memoria de la gente de su aldea y de las circunvecinas. Esta imaginación me traía confuso y deseoso de saber real y verdaderamente la vida y milagros de nuestro famoso español don Quijote de la Mancha, luz y espejo de la caballería manchega....



….Calla -dijo don Quijote-, ¿y dónde has visto tú, o leído jamás, que caballero andante haya sido puesto ante la justicia, por más homicidios que haya cometido?
  • Yo no sé nada de omecillos -respondió Sancho-...Sólo sé....
  • Pues no tengas pena amigo -respondió don Quijote-, que yo te sacaré de las manos de los caldeos....Pero dime por tu vida, ¿has visto más valeroso caballero que yo....? ¿Has leído en historias otro que tenga....?
  • La verdad sea -respondió Sancho- que yo no he leído ninguna historia jamás, porque no sé leer ni escribir....
….-Todo eso fuera bien excusado -respondión don Quijote-, si a mí se me acordara de hacer una redoma de bálsamo de Fierabrás....
  • ¿Qué redoma y qué bálsamo es ése? -dijo Sancho Panza-
  • Es un bálasamo -respondió don Quijote- de quien tengo la receta en la memoria, con el cual no hay que tener temor a la muerte, ni hay pensar de morir de ferida alguna. Y así....cuando vieres que en alguna batalla me han partido por medio del cuerpo....como muchas veces suele acontecer....bonitamente, la parte del cuerpo que hubiere caido al suelo....y con mucha sutileza, antes que la sangre se yele....la pondrás sobre la otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajallo igualmente y al justo. Luego me darás a beber solos dos tragos del bálsamo que he dicho, y verásme quedar más sano que una manzana.
  • Si eso hay -dijo Panza-, yo renuncio desde aquí al gobierno de la prometida ínsula, y no quiero otra cosa....
….Aquí dio un gran suspiro don Quijote, y dijo:
….su nombre es Dulcilengua; su patria, el Toboso, un lugar de la Mancha; su calidad....su hermosura....
….El linaje, prosapia y alcurnia querían saber.
A lo cual respondió don Quijote:
- No es de....pero es de los del Toboso de la Mancha, linaje, aunque moderno, tal, que puede dar generoso principio a las más ilustres familias de los venideros siglos....  

sábado, 12 de enero de 2013

Una pequeña anotación en favor de la autoría de Fray Juan de Ortega como creador del Lazarillo de Tormes.


Sabido es que el anonimato del autor de la novela El Lazarillo de Tormes es persistente, y que ha dado lugar a teorías y atribuciones de todo tipo, con sus polémicas incluidas.

Uno de los posibles autores al que se le atribuye la novela, es el jerónimo Fray Juan de Ortega. Tesis defendida principalmente por el hispanista M. Bataillon.
Se basa principalmente para ello en lo que afirma Fray Juan de Sigüenza en su “Historia de lo Jerónimos”, en donde viene literalmente a decir:
“Dicen que siendo estudiante en Salamanca, mancebo, como tenía un ingenio tan galán y fresco, hizo aquel librillo que anda por ahí, llamado “Lazarillo de Tormes”, mostrando en un sujeto tan humilde la ropiedad de la lengua castellana y el decoro de las peresonas que introduce con tan singuular artificio y donaire, que merece ser leído de los que tienen buen gusto. El indicio desto fue haberle hallado el borrador en la celda, de su propia mano escrito”

Esto fue escrito por el jerónimo Fray José de Sigüenza en el año 1605.

Por su parte Fray Juan de Ortega murió en el año 1557, desconociéndose la fecha exacta de su nacimiento, que debió ser a fines de la centuria anterior. Hay que destacar que fue hombre de confianza del rey Carlos I, al que preparó personalmente su retiro en el monasterio de Yuste. Dato de por sí significtivo, pues también modernamente le es atribuida la paternidad de la obra de que tratamos a uno de los hermanos Valdés, escritores e intelectuales de la confianza y entorno del susodicho rey Carlos I, que debió ser aficionado ilustre a las buenas letras. No es de extrañar que en Yuste, el rey se hubiere hecho acompañar de un buen número de libros, y que algunos de ellos hasta se compusieran exclusivamente para su personal deleite.

Por otra parte, Miguel de Unamuno, dice en su libro “De esto y aquello” (Espasa-Calpe, colección Austral, página 85: “Y el padre Sigüenza, ….soberano artista del lenguaje, creaba el suyo. Y hasta inventaba palabras. Sospechamos, por lo menos, y hasta prueba en contrario-que pudiera muy bien venir, pues no presumimos de eruditos en lexicografía-, que inventó lo de “ensangostar”, cuando dijo: “que aunque a algunos se les ensangosta, a otros se les ensancha el alma, etc”. Por lo menos no recordamos haber visto eso de ensangostar en otra parte, aunque el Diccionario de la Academia lo registre”

Ahora bien, decimos nostros, en la novela “El Lazarillo de Tormes” (Ed. Planeta, Edición Franciso Rico, página 26) cuando trata de la última broma o calabazada que Lázaro le gasta al ciego, se dice textualmente lo siguiente: Tío, el arroyo es muy ancho; mas si queréis, yo veo por donde travesemos más aína sin nos mojar, porque se estrecha allí mucho, y saltando pasaremos a pie enjuto.
Parescióle buen consejo y dijo:
  • Discreto eres, por esto te quiero bien. Llévame a ese lugar donde el arroyo se ensangosta, que ahora es invierno y sabe mal el agua, y más llevar los pies mojados”


Y si, prosiguiendo nuestro argumento, recurrimos a lo que dice al respecto el Diccionario de Autoridades, de Covarrubias, veremos expresado literalmente lo que sigue:





Como se puede apreciar, las referencias al verbo ensangostar, se concretan en el Fuero Juzgo, y en El Lazarillo de Tormes. Ahora bien. El fuero Juzgo data aproximadamente del año 1150, en que aún predominaba como modo común de habla la lengua romance, o lo que es lo mismo, los primeros balbuceos como lengua propia del castellano. Al punto, que no muy de fecha anterior se puede datar El Poema del Mío Cid, considerado como la primera manifestación literraia escrita en esa que podemos considerar nuestra lengua castellana.
Por su parte, El Lazarillo de Tormes hizo su pública aparición impresa en el año 1554, en tres imprentas que procedieron simultaneamente a su edición, a saber, la de Burgos, la de Alcalá de Henares, y la de Amberes.

Lo pimero que salta entonces a la vista, si hemos de dar crédito de fiel que acendrada veracidad a las llamadas o referencias del Diccionario de Covarrubias, es que en el término aproximado de unos cuatrocientos años, en tan sólo dos ocasiones se ha hecho uso del referido término “ensangostar”, y suponiendo que ello sea tal que así, y tomando en su debida consideración lo que Unamuno por su parte refiere acerca de su utilización en el año 1605 por el jerónimo Fray José de Sigüenza, llegaríamos a una inmediata y simple conclusión, la de que, salvo criterio por autoridad más autorizado, el referido verbo sólo ha sido objeto de tratamiento, al menos en textos publicados o dados en su caso a la imprenta, y suficientemente probado y constatado, en tres ocasiones, que son, El Fuero Juzgo y El Lazarillo de Tormes, a las que, repetimos, se refiere la autoridad más que probada del Diccionario de Covarrubias, joya de las letras castellanas, dicho sea aunque al paso y aprovechando la coyuntura, y la que se manifiesta en La historia de los Jerónimos del citado Fray José de Sigüenza, a que alude Unamuno, como si se tratara, dada la admiración que el filósofo siente por dicho autor, de un término creado y acuñado por primera vez y de propia mano o motu propio por él.

No tengo conocimiento acerca de la utilización del verbo ensangostar en otras obras o autores, aanteriores o posteriores al Lazarillo de Tormes.

En la Edición de Francisco Rico, anteriromente citada, de El lazarillo de Tormes, en su apéndice, se procede a efectuar una remisión en relación con el término que nos ocupa. Dice textualmente la nota: “Para “ensangostar” cf. M. Morreale, en Homage to J. M. Hill, Indiana University, 1967, págs. 300-301”.

Ignoro cuál sea el tratamiento y el alcance del mismo que del término ensangostar se realiza en la citada obra, y si puede tener relación o no con la finalidad que nos ocupa sobre la personalidad del por ahora anónimo autor del Lazarillo.

¿Qué se puede extraer de todo esto? Que, aparte de la antigüedad del verbo ensangostar, su escasa utilización, cualesquiera que fuesen las causas. Al punto, que se pueden reducir su uso probado, a dos manifestaciones, si dejamos aparte el Fuero Juzgo, que son, la que lleva a cabo el anónimo autor del Lazarillo, y la que se pone de manifiesto, cincuenta años más tarde, por Fray José de Sigüenza. Parece evidente que dicho término habría sido cedido en uso a la voz angosto y angostar, que sí se ve utilizada en los años circunscritos por diversos autores.

Cuestión distinta, que no aparte, es la de si el uso del verbo angostado en los estrechos límites que van del autor del Lazarillo, a la del jerónimo y grandísimo escritor Fray José de Sigüenza, puede dar lugar a alguna otra conclusión.

En primer lugar parece ha de otorgársele más fundada credibilidad objetiva, que a una simple manifestación y opinión subjetiva, al “Dicen....hizo aquel librillo que anda por ahí, llamado Lazarillo de Tormes...El indicio desto fue haberle hallado el borrador en la celda, de su propia mano escrito”. Pues no cabe duda de que Fray José de Sigüenza debió ceciorarse e indagar al respecto antes de dejar por escrito en su Historia de la Orden de los Jerónimos, un simple rumor de atribución de autoría del Lazarillo al que había sido superior de tal Orden. Es más, puede que le constara, por fuentes que no podía en su caso revelar, que tal rumor era cierto. No olvidemos que Fray José de Sigüenza fue un erudito de las letras castellanas y uno de los más grandes prosistas de la misma, como es de general reconocimiento.
Por otra parte, no se puede equiparar uno de tantos manuscritos que a la sazón circulaban del Lazarillo, con lo manifestado al respecto por Fray José de Sigüenza, borrador en la celda, de su propia mano escrito”. No parece mínimamente creíble que Fray Juan de Ortega, superior de los Jerónimos, se hubiera recreado en copiar de propia mano uno de esos manuscritos que ya con tanta proliferación circulaban sino que más bien hay que entender que se trataba del manuscrito original de la obra, de su propia mano escrito. Pues toda otra interpretación acerca de la obra hallada en su celda carecería de sentido.

Que el Lazarillo caló hondo desde el mismo momento de su aparición, es cosa más que probada. Después abundaremos sobre este punto. Baste ahora lo manifestado por el propio Fray José de Sigüenza, “librillo que anda por ahí, llamado Lazarillo de Tormes, mostrando en un sujeto tan humilde la propiedad de la lengua castellana y el decoro de las personas que introduce con tan singular artificio y donaire, que merece ser leído de los que tienen buen gusto”. Hay que destacar también en este punto, el anticleralismo tanto expreso como soterrado que respira la obra De El Lazarillo, lo que en principio se avendría no muy bien ni acorde, ni con su atribución al superiro de los jerónimos Fray Juan de Ortega, ni con su abierta e inequívoca consideración como obra maestra de las letras castellanas. El mismo Cervantes llega a citar la obra de El Lazarillo, hasta dos veces, primero, cuando en el prólogo, en poemilla de pie quebrado que dedica a Rocinante, dice,

Soy Rocinante el famo
bisnieto del gran Babie
por pecados de flaque
fui a poder de un don Quijo
Parejas corrí a lo flo
mas por uña de caba
no se me escapó ceba
que esto saqué a Lazari
cuando, para hurtar el vi
al ciego, le di la pa.


Y segundo, cuando en la aventura de los galeotes, pregunta don Quijote al llamado Ginés de Pasamonte:
_¿Tan bueno es?
-Es tan bueno -respondión Ginés-, que mal año para Lazarillos de Tormes...


Repárese en que la primera parte del Quijote, data del año 1605, es el mismo en que Fray José de Sigüenza se hace eco en su Historia de la Orden de los Jerónimos de la leyenda popular de atribución de la autoría de El Lazarillo a Fray Juan de Ortega. O lo que viene a ser, que en un plazo de cincuenta años, El Lazarillo se asienta como obra grande de las letras castellanas, a pesar de su anonimato, de su anticlericalismo exacerbado, y de quea primera vista es una obrilla menor, destinada a distraer el ocio de los ocasionales lectores, y de que al parecer corría manuscrita a la buena de Dios de mano en mano. Mas, ¿no se contradice todo ello con el reconocimiento general de los eruditos, o entendidos, y con el anonimato mantenido, casi con empecinamiento, de su verdadero autor, y ello a pesar de las tres ediciones simultáneas en imprentas de primerísima magnitud? Grande hubo de ser el apoyo y respaldo de que se vio socorrido el hasta hoy no esclarecido anonimato de su autor, para mantenerse en tal condición a pesar de lo dicho sobre el éxito inmediato de la obra y su consiguiente rápida y extensa difusión. Ese respaldo no podría proceder sino de altas esferas, de círculos oficiales que tuvieran mano y no poco que callar o decir en torno a la publicación y difusión de unas u otras obras.

Si a todo lo antedicho añadimos las siguientes consideraciones:

Que El Lazarillo de Tormes, a poco que se lea entre líneas, y aun sin tomar en cuenta su anticlericalismo como recurso literario, salta a la vista que está escrito por clérigo, o persona de vasta cultura en muy varios ámbitos, pero sobre todo en lo que toca a la clerecía, en el más amplio sentido del término.

Que es obra escrita, para utilizar un termino gráficamente expresivo, de arriba abajo, quiere decirse, que el autor, a sabiendas de su cultura, pero no a costa de ella, se distancia tanto objetiva, como subjetivamente, de “su obra”, creando y recreando un lenguaje que manifiestamente es más figurado y arcaico de lo que al tiempo de su escritura el propio lenguaje demandaba y requería, aun teniendo en cuenta que habla el autor por boca de un lacerado tanto de obra como de palabras, el pobre Lázaro, dando así en una suerte de originalidad creativa hasta entonces no común y hasta desconocida en las letras castellanas,

Que la genialidad de la obra fue inmediato que general reconocimiento, pues el lenguaje que en ella se utiliza entrevera el ficticio anacronismo, con las figuras retóricas y de todo tipo más libres y brillantes que hasta entonces se hubieran podido lograr en la creación literaria. Téngase en cuenta al respecto, que La Celestina, que es otra obra maestra, data del año 1499, y que su lenguaje, en comparación con el del Lazarillo, puede estimarse como más “actual”, o cuando menos más acorde con el castellano de uso y habla común correpondiente a su época respectiva.

En definitiva, que la genialidad de El Lazarillo estriba en la creación y desarrollo original y cumplido en muy varios aspectos, de un “nuevo lenguaje”, que se pude denominar, y no existe otro modo de calificarlo, de el lenguaje propio e inimitable, como le sucede en parecido sentido al Quijote, el lenguaje de el Lazarillo de Tormes.

Todo este cúmulo de evidencias y de sugerencias, conducen a concluir en que es más que probable que el autor de tan magna obra haya el jerónimo sido Fray Juan de Ortega, persona de gran talento y muy aficionado a las buenas letras, y persona de la máxima confianza del rey Carlos I       

Lectura e interpretación nueva de El Quijote: (segunda entrega)

Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo.


….Estando en esto, comenzó a dar voces don Quijote, diciendo: -¡Aquí, aquí, valerosos caballeros, aquí es menester mostrar la fuerza de vuestros valerosos brazos; que los cortesanos llevan lo mejor del torneo!-
  • Calle vuestra merced, señor compadre-dijo el cura- que Dios será servido que la suerte se mude, y que lo que hoy se pierde, se gane mañana....
Aquella noche quemó y abrasó el ama cuantos libros había en el corral y en toda la casa; y tales debieron de arder, que merecían guardarse en perpetuos archivos....y así se cumplió el refrán en ellos de que pagan a las veces justos por pecadores....
Uno de los remedios que el cura y el barbero dieron por entonces, para el mal de su amigo, fue que le murasen y tapiasen el aposento de los libros, porque cuando se levantase no los hallase (quizá quitando la causa, cesaría el efecto), y que dijesen que un encantador se los había llevado, y el aposento y todo....
….Se levantó don Quijote, y lo primero que hizo fue ir a ver sus libros, y como no hallaba el aposento....preguntó a su ama....
El ama, que ya estaba bien advertida de lo que le había de responder, le dijo:
-¿Qué aposento, o qué nada, busaca vuestra merced? Ya no hay aposento ni libros en esta casa, porque todo se lo llevó el mesmo diablo.
-No era diablo-replicó la sobrina- sino un encantador que vino sobre una nube una noche....dijo que se llamaba el sabio Muñatín.
-Frestón diría- dijo don Quijote.
No sé-respondió el ama- si se llamaba Frestón o Fritón; sólo sé que acabó en “ton” su nombre.
-Así es-dijo don Quijote- que ese es un sabio encantador, grande enemigo mío, que me tiene ojeriza, porque sabe por sus artes y letras que tengo de venir, andando los tiempos...lo que por los cielos está ordenado.
-¿Quién duda de eso?- dijo la sobrina-, pero ¿quién le mete a vuestra merced, señor mío, en esas pendencias? ¿No serí mejor estarse pacífico en su casa, y no irse por el mundo a buscar pan de trastrigo, sin con salvar que muchos van por lana y vuelven trasquilados?
-¡Oh sobrina mía- respondió don Quijote- y cuán mal que estás en la cuenta! Primero que a mí me trasquilen, tendré peladas y quitadas las barbas a cuantos imaginaren tocarme a la punta de un solo cabello.



Es de destacar en este punto, dos consideraciones, primero, que del modo que tiene la sobrina de razonar y hablar a la sazón con don Quijote, podría aplicársele de molde el conocido refrán, de tal palo, tal astilla. Y segundo, que los únicos personajes que carecen en un principio de nombre, son precisamente el ama y la propia sobrina, pudiendo aplicarse entonces lo de, en casa del herrero, cuchillo de palo.