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sábado, 12 de enero de 2013

Lectura e interpretación nueva de El Quijote: (segunda entrega)

Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo.


….Estando en esto, comenzó a dar voces don Quijote, diciendo: -¡Aquí, aquí, valerosos caballeros, aquí es menester mostrar la fuerza de vuestros valerosos brazos; que los cortesanos llevan lo mejor del torneo!-
  • Calle vuestra merced, señor compadre-dijo el cura- que Dios será servido que la suerte se mude, y que lo que hoy se pierde, se gane mañana....
Aquella noche quemó y abrasó el ama cuantos libros había en el corral y en toda la casa; y tales debieron de arder, que merecían guardarse en perpetuos archivos....y así se cumplió el refrán en ellos de que pagan a las veces justos por pecadores....
Uno de los remedios que el cura y el barbero dieron por entonces, para el mal de su amigo, fue que le murasen y tapiasen el aposento de los libros, porque cuando se levantase no los hallase (quizá quitando la causa, cesaría el efecto), y que dijesen que un encantador se los había llevado, y el aposento y todo....
….Se levantó don Quijote, y lo primero que hizo fue ir a ver sus libros, y como no hallaba el aposento....preguntó a su ama....
El ama, que ya estaba bien advertida de lo que le había de responder, le dijo:
-¿Qué aposento, o qué nada, busaca vuestra merced? Ya no hay aposento ni libros en esta casa, porque todo se lo llevó el mesmo diablo.
-No era diablo-replicó la sobrina- sino un encantador que vino sobre una nube una noche....dijo que se llamaba el sabio Muñatín.
-Frestón diría- dijo don Quijote.
No sé-respondió el ama- si se llamaba Frestón o Fritón; sólo sé que acabó en “ton” su nombre.
-Así es-dijo don Quijote- que ese es un sabio encantador, grande enemigo mío, que me tiene ojeriza, porque sabe por sus artes y letras que tengo de venir, andando los tiempos...lo que por los cielos está ordenado.
-¿Quién duda de eso?- dijo la sobrina-, pero ¿quién le mete a vuestra merced, señor mío, en esas pendencias? ¿No serí mejor estarse pacífico en su casa, y no irse por el mundo a buscar pan de trastrigo, sin con salvar que muchos van por lana y vuelven trasquilados?
-¡Oh sobrina mía- respondió don Quijote- y cuán mal que estás en la cuenta! Primero que a mí me trasquilen, tendré peladas y quitadas las barbas a cuantos imaginaren tocarme a la punta de un solo cabello.



Es de destacar en este punto, dos consideraciones, primero, que del modo que tiene la sobrina de razonar y hablar a la sazón con don Quijote, podría aplicársele de molde el conocido refrán, de tal palo, tal astilla. Y segundo, que los únicos personajes que carecen en un principio de nombre, son precisamente el ama y la propia sobrina, pudiendo aplicarse entonces lo de, en casa del herrero, cuchillo de palo.

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