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jueves, 28 de marzo de 2013

Evolución y fijación del lenguaje


Antonio de Guevara
Arte del Marear
y de los inventores de ella:
con muchos avisos para los que navegan en ellas.
Valladolid 1539
Tabla del presente tratado
de los inventores de los trabajos de la galera.


Capítulo VIII
Del bárbaro lenguaje que hablan en las galeras.

Dichas estas libertades, y privilegios de la galera, digamos ahora la forma y lenguaje que hablan en ella: porque tan extremados son en el modo del hablar, como en la manera del vivir. Al fundamento de la galera quieren ellos que se llame quilla: y a las clavijas del palo llaman escalemos; a la cabecera de la galera llaman popa, y al cabo de ella dicen proa; a lo que nosotros llamamos costeras, no consienten ellos sino que se nombren cuadernas; y a lo que decimos borde, llaman ellos Caballeros; a la cámara sobre que está la aguja, llaman escandilar; y al camino que va de proa a popa, nombran cruxia; a donde se sientan los remeros llaman postiza; y adonde van guardadas las velas, llaman cuarteles. Quieren que la cocina se llame fogón; y al renovar la galera le digan dar carena: como decimos en nuestro lenguaje, acostaos a una parte, dicen ellos en el suyo, teneos todos a la banda; y por decirtirad de esto, o de aquello, dicen ellos a grandes voces, iza, iza; a lo más alto del mástil mandan que se llame gata; y a las garruchas con que suben las velas, se nombre topa; nosotros decimos, ésta es la vela mayor, ésta es la vela mediana, y ésta es la menor; ellos no dicen sino, vela maestra, vela mesana, vela del trinquete; a las maromas llaman gumetas, y al poste llaman puntal; a la estaca a do atan las velas, quieren que se llame maimoneta; y a la moroma con que templan las velas, dicen que se llame escota; como nosotros decimos,volved esa galera, dicen ellos ciaboga; y para decir no reméis más, dirán ellos leva remo; a la garrucha con que meten el esquife, llaman barbeta; y a lo [270] con que carga la galera, llaman lastre; llaman al guarda ropa nochar, y al que rige la galera Comitre; por decir que navegan con buen viento, dicen que van en popa; y por navegar a medio viento, dicen que van a orza; a do se prenden las velas, llaman antena; y a la maroma con que la suben llaman candaliza; a lo que llamamos remar, dicen ellos bogar; y al sacar agua de galera llaman escotar. Mandan que a la despensa, no llaman sino pañol: y que los remeros de popa se nombren espalderes, a los que andan en el barco llaman proeles, y a la nariz de la galera asperón; al primer remero, llaman bogavante, al postrero dicen tercero; al viento Cierzo llaman Tramontana, al Abrigo medio jorno, al Solano Levante, y al Gallego Poniente: estar la galera armada, dicen estar empavesada; y cuando ella se pierde por tormentar, dicen que dio al través; no dirán ellos vamos por agua, sino hagamos aguada, ni tampoco dirán navegad a Cerdeña, sino pon la popa en Cerdeña. Esta, pues, es la jerigonza que hablan en la galera: de la cual, si todos los vocablos extremados hubiésemos aquí de poner, sería para nunca acabar, abaste concluir con nuestro tema: que la vida de la galera, déla Dios a quien la quiera.


Que la lengua es algo vivo y que responde al más profundo ser y sentir de cada pueblo, desde siempre es sabido, al punto de calificarse la lengua, el alma viva de un pueblo. Sucede que, este reconocimiento que constituye ya ahora un lugar común, no ha recibido refrendo ni carta de naturaleza oficial de buenas a primeras y sin que ello diere a lo largo de la historia lugar a enfrentamientos no poco desabridos y enconados. Al fin, el lenguaje responde a ciertos o sutiles intereses de prevalencias y dominación. Porque, no lo olvidemos, también se ha dicho, que lo que no tiene un nombre, no existe.
Viene todo esto a cuento, porque al cabo de leer la página que precede estas líneas, del insigne Fray Antonio de Guevara, escritor y ensayista destacadísimo en el ámbito de las letras castellanas, a uno le asalta la impresión, como la imagen especular de la ironía en la doble y enrevesada conciencia ante un espejo, de que el mundo marchara y anduviera al revés. Y debo confesar que no poca gracia me hizo el ver la irónica seriedad con que el gran autor, so capa de purista y erudito, y valiéndose de un tono jocoso, o al menos con esa displicencia distante y presupuesta de autoridad a todas luces incontestable en la materia, va casi burlándose al negar y comparativamente demoler todos y cada uno de los términos, que él tilda rotundamente de “barbarismos”, del lenguaje usado por los pobres y sufridos, y a lo que pareciera no menos entonces de corresponder, osados e ignorantes, galeotes en las galeras. Y es que, no se cumple aquello de que para muestra basta un botón, al fin de denigrar y soslayar en consecuencia términos de semejante lenguaje tan burdo y disparatado, al de los galeotes, me refiero. Y ya se verá al punto el porqué destaco y recalco lo irónicamente especular de esta lingüística confrontación, y es que no da ni una en el tiesto, como vulgarmente se dice, el gran Fray Antonio. Tan es así, que si volvemos, a lo dicho, por el canto del revés, sale letrilla de copla, copla graciosísima y hasta de vuelo por gracia recuestada. Veámoslo.

Decir en primer término que el gran Fray Antonio, que grande lo es sin discusión, y de ahí que la ironía de la propia seriedad resalte la gracia no ofensiva, pero gracia al fin, del ovillado conjunto, apele, al comparar unos vocablos con otros, los legítimos y no venales, con los usados al pairo por los galeotes y bárbaros, hace uso y se apoya correlativa que consecutivamente, en un “nosotros”, frente a un “ellos”. Blasones granados de autoridad. No caben dudas, ni discusiones. Y, dado que los galeotes son “tan extremados en el modo de hablar, como en la manera de vivir”, entremos nosotros de una vez en harina. Y que cada palo, aguante su vela. Y que el lenguaje, al fin, hable, sea como sea, por nos. Porque toda invención fanática, o fantástica, al final en el silencio y ostracismo de su audacia se delata.

Dice, y va rezando a decir, el ilustre Fray Antonio:

Al fundamento de la galera quieren ellos que se llame quilla. Válgame el cielo, digo yo, por todos nosotros, que somos ellos, que no por el nosotros eucarístico y escandalizado de Fray Antonio. Que a la quilla se le llame quilla, y no, como Dios manda, fundamento, debe de ser cosa de sueño o del diablo. Pues si quilla es quilla, qué será, fundamento por la quilla, del nosotros frente a ellos. Sí, cosas del diablo y del empecinamiento cerril y visceral de los bárbaros galeotes, que la quilla sea y se le diga quilla, y no lo que es y ha de ser, fundamento. Cosas veredes, si en el mundo a ciegas bulleres. O sea, que quilla, es quilla. Como no quilla, es no quilla. Y navega todo el barco, con la quilla por razón, hendiendo el mar a sazón, de que la flecha no es arco. Como a decir, entre la quilla y el cielo, mar es mar y vuelo es vuelo.

A la cabecera de la galera llaman popa, y al cabo de ella dicen proa. Buena estaría, que a la popa dijeran, proa de mentirijillas. Ni con olas por anteojos del derecho por revés, se puede imaginar navegando, que la proa alpiste izando, lo que la popa al bauprés. Todo ello para indicar que hasta el mejor escribano, echa un borrón perdido. Que proa es proa, y que popa es popa, lo sabe tanto la proa de la popa, como la proa de la popa, por mucho nosotros por ellos que por ilustrado al corriente se baraje. Repito, por si el escandallo refleja el misterio cautivo este mundo. Proa es proa. Y popa es popa. Y navegando a su hora, por entre el cielo y el mar, todo ha de dar en historia, escrita de tierra a tierra, contada de mar a mar. No creo que haya discusión posible.

A lo que nosotros llamamos costeras, no consienten ellos sino que se nombren cuadernas. Libres de mentiras, los quiere Dios. Que no hay peor razón de frente por costado, que las medias verdades. Cierto, que para un contemplador cerrado de barcos, y más si se siente de lo que contempla por puro entusiasmo afín, por latines en cadena, costado ha de dar costeras. Mas, los galeotes son muy suyos, y como bárbaros raudos por contingentes, pues navegar es abecedario exquisito de escuela, mirando de acertar en lo que piensan, si a la proa dicen proa, a las cuadernas, cuadernas. Y no hay otra, caligrafía en el mar, que no retumbe en las olas, escribiendo sin mamolas, en el cuaderno escolar, que no mamas si no lloras, al costado del altar, de un barco que es fuego en sombras, hasta el eterno callar.

A la cámara sobre que está la aguja, llaman escandilar. Que aquí, confesarlo no es misterio, me asaltaron las dudas. Vamos a ver, me dije. A la cámara sobre que está la aguja, ¿se referirá a lo que abiertamente dice, o volvemos a navegar en un barco por otro, lo de gato por liebre,
de palabras por palabras? Puede tratarse de aguja, aguja, y entonces, por más que la fijación chapada de los galeotes al ser por entender de significar a propio esto por lo otro, en su lenguaje de bárbaros empecinados y morcillos, escandilar impusiera, a fin de entenderse de randa y colofón en las tormentas, pues escandilar suena a candil al límite de la más peligrosa ocasión, o último, no cabría duda, al parecer, que a la cámara sobre que está la aguja, debería nombrársele cámara sobre que está la aguja, o todo lo más, cámara de la aguja, o apurando la razón, en la ocasión, pues el peligro se intuye no entre las palabras, sino entre su autorizada por reconocida significación, cámara, o aguja, a lo simple, o camaguja, simplificando nombre y sentido de una sola tacada y a la vez entendiendo por la mitad, pues la experiencia lo indicaría, cámara de aguja, pero, ¿escandilar? Vamos a ver. Y como gato perdido, me voy al diccionario del ratón del barco. Y pues no hay más sorpresa, que la de que el ratón se comiera al gato, y como es cuestión de cámara por aguja, en el escandilar de las chifladas galeras, voy, y leo en el diccionario celular y eucarístico de la lengua, escandilar: cámara de la brújula. ¡Amigo!, con que esas tenemos. Pues si supiera, el galeote de mí, que era brújula y no cámara en solfa de simple aguja, o molino de mar de viento, ya el instinto me llevara, pues la palabra da a tiento, en nombrar escandilar, en consonancia a sustento. Así que los galeotes hicieron nudo latino, y hasta griego, con la brújula en su cámara. Es bien cierto, que hasta el mar ilustra en sueños, y que los galeotes no imitan con la razón de lo que es por su apariencia, ni un solo nombre, y que no fallan ni una. Y todo ello viene a corroborar en un sentido lineal, o metafórico, lo de, brújulas por galeotes aparte, no te acostarás, sin saber una cosa más. Y que el mar mece la fronda jamás cautiva del lenguaje, es un hecho.

Y al camino que va de proa a popa, nombran cruxía. Acudo, ya asombrado, ya como fiel de pandereta, al diccionario, que no ha de ser cautivo quien en las palabras o entre palabras se concierta y busca, y leo, cual orate al fiado, crujía: espacio de proa a popa en medio de la cubierta del barco. Tente, vasallo, me digo, que, al parecer, aquí se trunca a baldeo de napias el dicho, donde manda patrón, no rasca marinero, por el de, a sentencia de galeote, hasta un rebuzno da brote. Y luego, me hago serena que más discreta admonición, no todo lo que reluce, oro es que se trasluce. Y acuérdome, al vuelo, que si Quixote, dio en Quijote, con tales o parecidas razones, cruxía canta en crujía. Pues, si la lengua es quien habla, y no quien hable un virote, ya lo dijo en su locura, el gran cuerdo don Quijote, que, por boca a campana de Cervantes, abrevió lenguaje por lengua al concluir:
vino a llamarla Dulcilengua del Toboso, porque era natural del Toboso, nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto”. El lenguaje hablándose y nombrándose, en secreto por más a la descubierta, a sí mismo y de sí mismo. Cosas veredes, Sancho....De modo que, cruxía, sí, y no sólo sí, por no, sino de proa a popa. Siguiendo la línea más larga, que es en la cubierta, y en lenguaje, la más corta, la que dice lo que dice, y que ni Dios ni el diablo contradice.

Después, todo coser y cantar, y a la luna me confío, si en barco no me extravío, si canto que el mar es mar. Y van ya los barbarismos de corrido galeote, comprobado y hasta certificado de pluma (luna) y tinta (pinta, y niña y Santa María), a saber, candaliza, bogar, escotar, fogón, carena, pañol, maestra, mesana, trinquete, puntal escota, ciaboga, bogavante, candaliza, brial, espalder, antena, lastre, cómitre, ir en popa, ir en orza, teneos todos a la banda, izar, empavesar, dar de través, hacer aguada, pon popa a, ….Y es que, donde haya un buen galeote, que se jubile el sabiote.

Finaliza diciendo el gran Fray Antonio: esta, pues, es la jerigonza que hablan en galera, de la cual, si todos los vocablos extremados hubiésemos aquí de poner, sería para nunca acabar, abaste concluir con nuestro tema: que la vida de la galera, déla Dios a quien la quiera.

A lo que, se pudiera retrucar, en sonámbulo castizo, que todo cuanto Dios hizo, en galeras hizo hablar.
Y, como suma y sigue: Con diez cañones por banda.....

Pues el subconsciente, tal vez nos puede engañar, pero el engaño no olvida, ni la muerte de por vida, ni un verso de mar y mar.

Fray Antonio de Guevara es una de las plumas de oro de la lengua castellana. Lo cortés, no quita lo valiente. O, como diría un galeote, Fray Antonio sabe hablando, y hasta diciendo ese hablar, lo que es mar y mar y mar, mar en nosotros soñando.

Y valga como contrición sincera, y desagravio encendido, una letrilla escardada, de este galeote, y punto:

¡Ay! Gracián, gracián, gracián
pues que la muerte no yerra
con tus huesos en la tierra
de olvido serás mazapán.

FIN






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